Introducción

Según [B$^+$88], la seguridad física de los sistemas informáticos consiste en la aplicación de barreras físicas y procedimientos de control como medidas de prevención y contramedidas contra las amenazas a los recursos y la información confidencial. Más claramente, y particularizando para el caso de equipos Unix y sus centros de operación, por `seguridad física' podemos entender todas aquellas mecanismos - generalmente de prevención y detección - destinados a proteger físicamente cualquier recurso del sistema; estos recursos son desde un simple teclado hasta una cinta de backup con toda la información que hay en el sistema, pasando por la propia CPU de la máquina.

Desgraciadamente, la seguridad física es un aspecto olvidado con demasiada frecuencia a la hora de hablar de seguridad informática en general; en muchas organizaciones se suelen tomar medidas para prevenir o detectar accesos no autorizados o negaciones de servicio, pero rara vez para prevenir la acción de un atacante que intenta acceder físicamente a la sala de operaciones o al lugar donde se depositan las impresiones del sistema. Esto motiva que en determinadas situaciones un atacante se decline por aprovechar vulnerabilidades físicas en lugar de lógicas, ya que posiblemente le sea más fácil robar una cinta con una imagen completa del sistema que intentar acceder a él mediante fallos en el software. Hemos de ser conscientes de que la seguridad física es demasiado importante como para ignorarla: un ladrón que roba un ordenador para venderlo, un incendio o un pirata que accede sin problemas a la sala de operaciones nos pueden hacer mucho más daño que un intruso que intenta conectar remotamente con una máquina no autorizada; no importa que utilicemos los más avanzados medios de cifrado para conectar a nuestros servidores, ni que hayamos definido una política de firewalling muy restrictiva: si no tenemos en cuenta factores físicos, estos esfuerzos para proteger nuestra información no van a servir de nada. Además, en el caso de organismos con requerimientos de seguridad medios, unas medidas de seguridad físicas ejercen un efecto disuasorio sobre la mayoría de piratas: como casi todos los atacantes de los equipos de estos entornos son casuales (esto es, no tienen interés específico sobre nuestros equipos, sino sobre cualquier equipo), si notan a través de medidas físicas que nuestra organización está preocupada por la seguridad probablemente abandonarán el ataque para lanzarlo contra otra red menos protegida.

Aunque como ya dijimos en la introducción este proyecto no puede centrarse en el diseño de edificios resistentes a un terremoto o en la instalación de alarmas electrónicas, sí que se van a intentar comentar ciertas medidas de prevención y detección que se han de tener en cuenta a la hora de definir mecanismos y políticas para la seguridad de nuestros equipos. Pero hemos de recordar que cada sitio es diferente, y por tanto también lo son sus necesidades de seguridad; de esta forma, no se pueden dar recomendaciones específicas sino pautas generales a tener en cuenta, que pueden variar desde el simple sentido común (como es el cerrar con llave la sala de operaciones cuando salimos de ella) hasta medidas mucho más complejas, como la prevención de radiaciones electromagnéticas de los equipos o la utilización de degaussers. En entornos habituales suele ser suficiente con un poco de sentido común para conseguir una mínima seguridad física; de cualquier forma, en cada institución se ha de analizar el valor de lo que se quiere proteger y la probabilidad de las amenazas potenciales, para en función de los resultados obtenidos diseñar un plan de seguridad adecuado. Por ejemplo, en una empresa ubicada en Valencia quizás parezca absurdo hablar de la prevención ante terremotos (por ser esta un área de bajo riesgo), pero no sucederá lo mismo en una universidad situada en una zona sísmicamente activa; de la misma forma, en entornos de I+D es absurdo hablar de la prevención ante un ataque nuclear, pero en sistemas militares esta amenaza se ha de tener en cuenta3.1.
© 2002 Antonio Villalón Huerta